En los últimos años, hemos sido testigos de un creciente reconocimiento de la violencia obstétrica, esa serie de prácticas y conductas deshumanizantes que sufren muchas mujeres durante el parto. Esta toma de conciencia ha sido fundamental para mejorar la experiencia de nacimiento y asegurar el respeto y la dignidad en ese momento tan crucial. Sin embargo, mientras avanzamos en este frente, emerge otra forma de violencia, esta vez dirigida a nuestros recién nacidos: la anquiloglosia.
La anquiloglosia, también conocida como frenillo lingual corto, es una condición en la que el frenillo lingual es anormalmente corto, limitando el movimiento de la lengua. Aunque parece un diagnóstico menor, sus implicaciones han generado un debate considerable dentro de la comunidad médica y entre los padres. Lo preocupante no es solo la condición en sí, sino cómo se está manejando y tratando en los recién nacidos.
Una Nueva Forma de Violencia Neonatal
Al igual que la violencia obstétrica, la violencia neonatal a menudo surge de prácticas médicas que, aunque bien intencionadas, carecen de suficiente evidencia y pueden causar más daño que beneficio. La intervención prematura y la falta de estudios concluyentes sobre la anquiloglosia son ejemplos claros de esta nueva forma de violencia.
Muchos profesionales de la salud están rápidos para diagnosticar la anquiloglosia y recomendar procedimientos como la frenotomía, un corte del frenillo lingual, a menudo sin una evaluación exhaustiva o sin considerar otras alternativas. Este enfoque intervencionista recuerda a las prácticas obstétricas agresivas que durante años han causado sufrimiento innecesario a las mujeres. En el caso de la anquiloglosia, los recién nacidos son sometidos a procedimientos invasivos que no siempre son necesarios y que carecen de una sólida base científica que los respalde.
La Falta de Evidencia Sólida
Uno de los problemas principales es la falta de estudios robustos y concluyentes sobre la anquiloglosia. Aunque algunos profesionales afirman que el frenillo lingual corto puede afectar la lactancia materna y el desarrollo del habla, la evidencia científica al respecto es limitada y a menudo contradictoria. A pesar de esto, el número de frenotomías ha aumentado significativamente, lo que sugiere que estamos ante una moda médica más que una necesidad basada en datos concretos.
Esta prisa por intervenir sin un consenso claro y basado en la evidencia científica se convierte en una forma de violencia neonatal. Estamos aplicando tratamientos invasivos a nuestros recién nacidos sin tener la certeza de su efectividad o de sus posibles consecuencias a largo plazo. Este enfoque no solo es éticamente cuestionable, sino que también va en contra de los principios de la medicina basada en evidencia.
Un Llamado a la Reflexión y la Prudencia
Es crucial que como sociedad y comunidad médica reflexionemos sobre nuestras prácticas y enfoques hacia la anquiloglosia. Necesitamos más estudios rigurosos y bien diseñados para entender mejor esta condición y sus verdaderas implicaciones. Hasta entonces, debemos adoptar un enfoque más prudente y menos intervencionista, priorizando siempre el bienestar del recién nacido y evitando procedimientos innecesarios.
La lucha contra la violencia obstétrica nos ha enseñado la importancia de cuestionar las prácticas médicas y de defender los derechos y la dignidad de las mujeres. Ahora, debemos aplicar esos mismos principios para proteger a nuestros recién nacidos de intervenciones prematuras y posiblemente dañinas. Solo así podremos asegurar que cada ser humano, desde el primer momento de su vida, sea tratado con el respeto y la consideración que merece.