Lástima que no guarde aquellas hojas.
Y es que el lenguaje es algo fascinante. Qué pena que con el tiempo cada vez lea menos, y cada vez cometa más faltas de ortografía. Tengo la suerte (según cómo se mire) de tener un hermano filólogo, que siempre nos corregía en casa cuando cometíamos alguna barbaridad lingüística. Y eso, junto al "- 0.5" de los exámenes, fue un estímulo para intentar escribir bien; pero cada vez me resulta más difícil, y cada vez me entran más dudas (es probable que en estos tres párrafos haya al menos unas cuantas faltas. Faltas como las que uno oye en la consulta cuando los padres inventan un nuevo vocablo. El otro día un padre me dijo que su hijo tenía "fiebrinina". Aguanté la compostura y le pregunté si se refería a febrícula. Son clásicos el "Aspiretal" o el "Deisi" (quien tenga hijos sabrá a qué me refiero). Y tal vez la más graciosa fue la de "trotavirus" por rotavirus (supongo que será un rotavirus juguetón).
Pues yo, que ya tengo mi edad, confieso que desde hace un tiempo sueño con introducir una nueva palabra en el diccionario. Y he pensado que desde este rincón podía darle cierta propaganda. La palabra es "rindruejo", y se refiere a esos trocitos de comida que se quedan entre los dientes. No tiene copyright ni nada de eso, así que cuando queráis podéis empezar a utilizarla en vuestra casa.
Otro aspecto fascinante del lenguaje es el de poder crear frases únicas. No me refiero a esas frases famosas que han pasado a la historia, sino a frases que jamás nadie en la vida ha pronunciado, y a pesar de eso todo el que conoce el lenguaje comprende lo que significa. Por ejemplo (uf, qué nervios, voy a intentarlo): "al ir a apagar el micrófono me di un golpe con el lápiz rosa que estaba encima de la agenda". Y os puedo asegurar que es muy probable que nunca nadie en la vida haya pronunciado esas palabras, y vosotros las habéis entendido. Y es más: estoy convencido de que si alguien hace una búsqueda en google de "apagar micrófono lápiz rosa" en primer lugar aparecerá la entrada de este post, espero.
Y con el paso de los años, tal vez cien, tal vez doscientos, cuando alguien teclee en google "origen de la palabra rindruejo" también aterrizará por aquí...
7 comentarios:
A los interesados en afinar su lenguaje les recomiendo la recopilación de “El dardo en la palabra”, de Lázaro Carreter. He pasado ratos muy instructivos y muy divertidos con su lectura.
En cuanto a las palabras, yo lo que siento es la progresiva desaparición de algunas que me resultan bonitas: ya nadie queda en una brenca, sino en una esquina; ya no hay ardilosos, sino manitas; el pavo ya no se le sube a los zagales, sino a los adolescentes (bueno, eso en el supuesto de que aún quedara alguno capaz de ruborizarse por algo); a los niños les enseñan los animales de granja, no las caballerías o las bestias...
Hola Gonzalo¡ Perdone mi atrevimiento pero hace unos años tuve la suerte de tenerle como pediatra de mi hija y seis años más tarde con el nacimiento de mi segunda, le echo muchísimo de menos. Probablemente no sea el medio y si no es posible, lo entenderé, pero me gustaría saber si puedo enviarle una consulta pediátrica. Gracias anticipadas.
Hola Charo:
Con que me deje un correo electrónico le contestaré con mucho gusto.
Hola de nuevo Gonzalo, y muchísimas gracias por su pronta respuesta. Descubrí su blog casi por casualidad cuando en mi "desesperación" busqué su nombre por internet y sin dilación le envié mi mensaje. Ahora bien, tras enviarlo comencé a "bucear" por algunos de sus ya muchos comentarios que aquí ha dejado escritos y ahora me siento estúpida, sí, estúpida por pecar de primeriza lo que no hice con la primera, estúpida por pensar que lo que Laura mi hija tiene, es un mundo siendo nimio comparado con las cosas que he leído, y casi me avergüenzo... pero en fin, me tranquiliza saber que está aquí, que puedo contactar con usted, aunque ahora no quiero restarle un minuto de su bien aprovechado tiempo con una consulta que lo más probable sea un cuadro de gastroenteritis y en uno días, sea ya una anécdota en los 5 meses de Laura (eso espero al menos). Entretanto seguiré disfrutando de su blog. Un abrazo y gracias de nuevo.
Un último inciso Gonzalo. Después de enviarle mi último mensaje ayer me quedé pensando que quizás Vd. creyó que yo era capaz de diagnosticar una gastroenteritis a mi hija, nada más lejos de la realidad, mi "conocimiento" sobre niños termina con mi lucha y disfrute diario de mis dos mocosas, la afirmación que hice fue el resultado de llevarla el pasado domingo al hospital tras temer que pudiera deshidratarse por estar haciendo varias deposiciones al día durante varios días y ese fue el diagnóstico. De todas formas, de nuevo la llevé ayer a la pediatra porque seguía igual, y le van a hacer un cultivo de heces. Y eso es todo, no le molesto más. Un abrazo y Buen día¡¡
Sinceramente creo que un padre con sentido común puede diagnosticar a su hijo de una gastroenteritis.
Al menos si yo veo un niño que viene a mi consulta porque desde hace unos días tiene fiebre, vómitos y diarrea, sin ni siquiera explorarlo diré que es una gastroenteritis. Y hay un pequeño margen de error en el que puedo equivocarme, igual que se puede equivocar el padre.
No considero intrusismo que los padres puedan diagnosticar, ya que en mi "filosofía" sobre la pediatría doy mucha importancia al que los padres sean capaces de manejar las enfermedades comunes de la infancia.
Tal vez uno de los problemas sobre la educación sanitaria es que los médicos hemos querido tener siempre la última palabra, pero en fin, esto daría para un nuevo post, que seguro pronto escribiré.
Un abrazo Charo, y espero que pronto se recupere tu "peque".
Confirmado. Es la primera salida en Google
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