Llegó el frío, y con él la nieve. Vino la nieve, y con ella la Navidad.
Así, casi sin darnos cuenta, entre guardia y guardia llegó la Navidad.
Y esta Navidad me voy a hacer figurita del Belén. Y como no podía ser de otra forma me voy a hacer pediatra de Belén.
Un pastor, con la cara arrugada y curtida por el viento se me acerca nervioso:
- Te llaman, corre, en la cueva: que nace el hijo de María.
Me acerco, como suelo acercarme a los partos: rápido, pensativo, sereno.
Hace frío. Al lado de María está José, nervioso, que toma su mano suave. La mira con cariño. Se muere de ganas de ver al niño.
Observo la escena. No hay nada especial: ni la estrella, ni la mula, ni el buey, ni el río.
Me echo a un lado, callo y miro.
Nace el niño. Llora. Me aparto. Llora también María, feliz. Se acerca José, que besa a María, y después al niño.
Está todo bien, tengo que irme. Me gustaría quedarme pero no quiero molestar. Pronto me doy cuenta de que me olvido de esas sencillas palabras que tanta tranquilidad han dado a tantas madres. Así que regreso. Me acerco a María:
- "Está todo bien", digo tímido.
María me mira y sonríe. Ella sabe que nunca lo he hecho, pero esta vez no lo puedo evitar, no quiero evitarlo, y cojo al niño. No lo exploro. Sólo lo beso... y lo miro.
2 comentarios:
Qué historia tan bonita, Gonzalo. Yo te escribo hoy desde el trabajo, es Navidad y aquí ni nieva ni hace frío... Pero aunque sea así no quería dejar pasar el día sin desearte unas muy felices fiestas y lo mejor para el nuevo año.
Un abrazo.
Ay, doc... me hiciste emocionar... =)
Feliz Navidad y que este 2010 se venga excelente para vos y todos los tuyos.
Un abrazo desde Buenos Aires!!
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