Hay una enfermedad, que es la infección respiratoria de vías altas, o catarro común, que la pobre no tiene ningún glamour. Seguro que envidia a la escarlatina, que deja estupefactos a los padres. El catarro es tontorrón. Y le damos tan poca importancia los pediatras que así lo transmitimos a los padres. Por eso es muy frecuente que cuando diagnosticas a un niño de catarro, los padres contesten algo así como: "pues de algún sitio le vendrá la fiebre". O si a la salida se encuentran con la vecina le dicen: "nos ha dicho que no tiene nada".
Y son futiles mil explicaciones sobre los virus. Porque el catarro tiene que asumir su condición de enfermedad tontorrona, fastidiosa, y sin glamour.
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