Se ve que soy un tío de palabra. Me propuse escribir menos en el blog, y lo estoy cumpliendo a rajatabla.
Aunque
lo cierto es que son otros los motivos que me han llevado a tal
abandono: he cambiado de trabajo. Como me dicen algunos amigos: y qué
pasa, que ahora: ¿eres arquitecto?
No.
He cambiado de hospital. Por decirlo al hilo del "queso" podría decir
que estaba viviendo una etapa laboral de completa bonanza y satisfacción
(había queso en abundancia y olía muy bien), y estando en este queso he
olido (sin yo buscarlo) un queso que parece mejor, así que así que me
he lanzado, de nuevo, a la aventura de comenzar en un hospital nuevo.
Por eso tengo la cabeza en otro sitio, que no es el blog.
Me
ha dado mucha pena irme de donde estaba, por muchos motivos, pero
fundamentalmente por la gente. He tenido unos compañeros fabulosos. Y no
me refiero a mis compañeros pediatras, que también, sino a todo el
personal: enfermeras, auxiliares, matronas, celadores, administrativos, médicos de
otros servicios, personal de cafetería, de limpieza... Muchísima gente maravillosa .
Se organizó una cena de despedida. Prepararon un
emocionante vídeo y después me entregaron un libro de firmas. El típico libro que he tenido que firmar mil veces, donde solo escribes cosas buenas del otro. Pues bien, verlas todas juntas me ha emocionado. En ocasiones pienso que es mi mejor carta de recomendación. He agradecido mucho esas palabras (aunque soy consciente de que nadie te va a poner: aleluya, tanta gloria lleves como paz dejas...)
Soy un hombre afortunado. Tanto que a veces me da miedo. Desde este rinconcito quiero agradecer a todos los que durante estos cuatro años han compartido mi camino laboral, de los que tanto he aprendido y a quienes tanto debo...
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