viernes, noviembre 30, 2007

Cerrando un bloque pesimista

Termino esta serie de entradas pesimistas. Aquí os dejo lo que publicó el otro día un colega en el periódico:


Yo por mi parte he comenzado una nueva etapa. He abandonado la pediatría de atención primaria y me he pasado a la hospitalaria.
Tenía muchas ganas de poder ejercer como neonatólogo, y ahora se me ha presentado esa oportunidad. Comienzo una nueva época de mi vida con mucha ilusión, ya os contaré.
Han sido cuatro años en los que he aprendido mucho, pero reconozco que en los últimos meses, probablemente debido a una población muy demandante que no he sabido comprender (ni ellos a mí) no han sido muy bonitos.
La pediatría de atención primaria se muere. Y yo me he retirado a tiempo, me temo, porque la decrepitud no ha hecho más que empezar. El último centro de salud en el que estuve se ha quedado sin pediatras, y ahora tomarán el relevo médicos generales. En el área en la que estaba ya se han cerrado algunas consultas de pediatría.
Me gustaría mandar muchos ánimos a todos los pediatras de atención primaria que actualmente mantienen una lucha muy importante con la administración para que las cosas mejoren.
Creo que todos tenemos algo de culpa. Como dice la carta del periódico: a cada uno nos toca pensar cuál es nuestra parte.

martes, noviembre 13, 2007

Cosas que pasan

Me da la impresión de que últimamente este blog se ha vuelto un poco pesimista, y que no hago más que quejarme. Pues bien, de momento voy a seguir en la línea. Ya siento yo aburrios con mis conflictos laborales, pero es mi vía de escape, mi desahogo...
La escena que voy a contar, bien la podrían relatar mil y un pediatras, y yo mismo unas cuantas veces.
La cosa suele ser así (y en este caso concreto fue así): veo una niña de 2 años por fiebre de 38,5 º C, tos y mocos. Tras una anamnesis detallada y una exploración cuidadosa (quizá no tanto, pero bueno, voy a darme un poquito de importancia) llego al difícil diagnóstico: catarro de vías altas. Y recomiendo lo de siempre: lavados con suero, antitérmicos, observación...
Cuatro días más tarde (hoy) viene la madre con una radiografía en la mano y cara de malas pulgas. Sin que te digan nada, los que empezamos a estar curtidos, nos sabemos la historia: le han diagnosticado una neumonía en el hospital. ¡Bingo!
Entonces, tranquilo, no hay nada que hacer. No sé si merece la pena desgastarse en explicaciones. A veces me da la impresión de que lo mejor es pedir perdón a la madre y arremeter contra ti mismo: "perdone, señora, no sé como he sido tan cazurro de no haberle sabido detectar la neumonía a tiempo, demos gracias a Dios de que todavía los hospitales están plagados de buenos médicos que ponen remedio a nuestras taras asistenciales".
Pero hoy he intentado defenderme. Le he explicado que los procesos llevan una evolución; que lo que ahora es un catarro puede ser más tarde una neumonía, pero todo en vano. No os lo vais a creer (sobre todo los que seáis médicos), pero la madre me ha dicho convencida y sin titubear que cuando un niño tiene fiebre, tos y mocos hay que hacerle una radiografía. Me he ido rápidamente a la historia, y le he repasado cada uno de los procesos en los que había tenido fiebre, tos y mocos, no se le hizo una radiografía, y ha salido adelante. Pero tampoco han servido para quitarle la idea. Ella lo tiene muy claro: la próxima vez le haré una radiografía, ¡vaya que si se la voy a hacer! Entonces me he rebajado, y le he insinuado que tal vez tantas radiaciones ionizantes no sean muy beneficiosas en un futuro para su hija; pero nada era capaz de aplacarla. Aunque yo tampoco me he achantado. Y sin ninguna vergüenza le he comunicado que a la vista de la radiografía (patrón intersticial) y de los resultados analíticos (8600 leucocitos, con una fórmula norma y una proteína C reactiva negativa) todo orienta a que se trata de una neumonía de origen vírico (que de hecho es la causa más freucente), y aunque en general todos los pediatras seguimos pautando antibiótico en estos casos (práctica susceptible de crítica y reevaluación) la niña habría mejorado sin necesidad de radiografía ni de tratamiento.
"Pero es que usted no le manda nada, y todo el mundo sabe que un catarro mal curado puede terminar en una neumonía.
En fin, como veis yo seguía mi lucha, esa que hace un tiempo decidí abandonar, pero que me sigue costando hacerlo, por el gran deseo que tengo de búsqueda de la verdad y de aplicar a mis pacientes los mejores conocimientos y más actualizados por el bien de su salud.
También gracias a los años de experiencia he sido testigo de que la mayoría de las veces los padres son sensatos, y entienden que no se puede radiar a un niño al primer moco, y comprenden que estas cosas pueden pasar.
Hay un remedio para esto, por si alguien lo quiere emplear, y que funciona. Siempre que vengan con fiebre, tos y mocos se les puede nombrar que ahora mismo no hay datos para pensar que tenga una neumonía, pero que si no evoluciona bien habrá que plantearse la necesidad de hacer una radiografía, porque existe esa posibilidad.
Pero no os penséis que aquí me paso el día refunfuñando y regañando con padres y madres. Desde hace unas semanas tengo una consulta tranquila donde puedo ejercer bien la pediatría. Y donde puedo prestar la atención que se merecen algunos niños, como los asmáticos.
Y también me ocurren cosas graciosas, como esa madre que me advirtió de que a su hijo el asma le vino como consecuencia de un catarro mal curado (por supuesto que se fue con flumil, no vaya a ser que le dé ahora una disfunción de cuerdas vocales por mi culpa).
O la que me pidió que le recetara el fármaco bueno, no el "genético" (por genérico).
O esa otra madre, que llegó agobiada al centro de salud, llorando porque su hija se había metido una pipa en la nariz. Cuando la intenté tranquilizar me comentó agobiada: es que me da miedo que se le suba al cerebro...
En fin, cosas que pasan.
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