miércoles, febrero 27, 2013

Meter la pata

Nos cuesta mucho a los médicos (y en general a los humanos) reconocer nuestros errores (nos sienta mucho peor que nos los reconozcan).
Hay lecciones que aprendes de R1. Y yo creía haberla aprendido bien, pero evidentemente no fue así.
En la antesala de la unidad neonatal me para una persona:
- Perdona que te aborde así, pero es que soy familiar de fulanito, soy médico de familia, y quería que me informaras...
Y no se me ocurre otra cosa que preguntar-afirmar:
- Qué eres, la abuela....
- No, soy la tía, me contestó amablemente.
Y claro, en ese momento uno no sabe dónde mirar. Y te queda un rato por delante, que siempre será largo, para informar a una persona a la que has llamado vieja. Solo hice algo bien: no intentar remedar mi error. Porque eso es terrible. Decir por ejemplo: "no, si es que la madre me parece superjoven..."
Si el día de mañana acabo en la consulta de esta médico de familia seguro que me receta un "alopeciante" que reafirme mi escasa cabellera.
En fin. Qué bueno es errar para saber qué torpes somos. Y qué suerte que, en esta ocasión, el error médico no tuvo consecuencias nefastas, al menos sobre la salud del pequeño paciente.

sábado, febrero 16, 2013

Argumentos convincentes

El otro día unos padres dudaban sobre la necesidad de vacunar a su hijo recién nacido de la hepatitis B. Después de algunos argumentos sobre la eficacia de la vacuna, con un claro balance a favor del beneficio contra el riesgo, y sobre lo infundado de algunos temores acerca de posibles efectos secundarios en los que a fecha de hoy no se ha demostrado la causalidad, los padres accedieron a vacunar a su hijo.
Estuve un buen rato hablando con ellos. Hay una forma más rápida de convencerlos pero sería mentira. Una frase sencilla como: "si quieren me acompañan a neonatología, hay un niño grave con una hepatitis fulminante, porque sus padres no quisieron vacunarle".
Sí, soy un burro. Lo siento. Sólo era una reflexión sobre el poder (más en nuestros días) del argumento afectivo contra el argumento racional. También lo digo porque me ayuda a entender el miedo de algunos padres porque conocieron el efecto adverso del primo de un amigo de un vecino de la abuela, que ha quedado "tocado" para siempre.
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