jueves, febrero 26, 2015

Un curso especial

Me había propuesto hablar de si merece la pena escuchar lo que dicen nuestros pacientes. Y ha sido tal la losa que pesaba sobre esta serie de entradas que nunca empezaban, que he tenido el blog abandonado.
Y hoy lo he querido retomar porque he asistido a un curso con una ponente especial: Lary León.
Yo formaba parte del comité organizador. Y he ayudado a Lary a poner su presentación. ¿Y quién es Lary? Alguien que un día dijo: "Quiero pensar que nací para no dejar indiferente a nadie". Y, al menos conmigo, no ha podido ser más acertada su frase. A Lary le faltan dos brazos y una pierna. Y tiene un corazón hipertrofiado. Y un amor a la vida que se contagia. A ella le gusta decir que no hay discapacidades, sino capacidades diferentes.
La he ayudado, y no porque no tuviera brazos, sino por problemas técnicos al intentar utilizar una presentación de Prezi en un ordenador capado.
Al principio te cortas. Cuando te la presentan tienes claro que no la puedes dar la mano (es que no tiene) así que le plantas un par de besos, lo cual pudiera parecer excesivo para un primer encuentro... Luego me ha pedido agua. Yo miraba la botella, miraba sus muñones, y pensaba: ¿querrá que se la vaya dando...? Siempre estás ahí, dubitativo, no queriendo hacer de más, pero tampoco ponerle obstáculos insalvables. Así que disimuladamente se la he abierto (o al menos aflojado un poquito) y se la he dado.
Está claro que no conocía a Lary. Cuando he visto la destreza que tiene para todo me he quedado avergonzado, y muerto de risa por dentro. Si acaso sería ella quien me podría sacar de apuros manuales.
Hoy Lary ha estado en mi día y no me ha dejado indiferente. Tan es así que he vuelto a escribir en el blog, ¿después de un año? Lary rezuma optimismo, normalidad, espíritu de superación. Lary es genial.
Nunca leerás estas líneas, pero desde aquí te quiero dar un millón de gracias: porque desde hoy mi vida es un poco distinta, es un poco mejor... ¡Estupenda!
Related Posts with Thumbnails