sábado, octubre 28, 2017

Plan Integral de abordaje a embarazos no deseados en la Comunidad de Madrid

Nos piden a los madrileños que demos nuestra opinión sobre el plan integral de abordaje a embarazos no deseados en la comunidad de Madrid.
Como supongo que este blog es más visitado que su página os escribo aquí la respuesta, para que pueda llegar a más gente.

Soy pediatra neonatólogo. Se escribe en el resumen "reducen el derecho del producto de la concepción a recibir las medidas preventivas prenatales que hoy la ciencia médica puede proporcionarles". El producto de la concepción supongo que se refiere al nuevo ser humano. Y comenta el texto que reduce su derecho, por lo que intuyo que quien redacta el texto opina que ese "producto" tiene derechos. ¿Cuándo empiezan sus derechos? ¿Tal vez tiene derecho a la vida, por ejemplo?
Tal vez es casualidad, pero los abortos no han hecho más que aumentar. Y curiosamente tampoco han hecho más que aumentar el empleo de los métodos anticonceptivos, y se ha adelantado el momento de la primera relación sexual. Tal vez por mi condición de pediatra no se me hace tan difícil entrar en la mente de un adolescente. No podemos con nuestras mentes de adulto proponer alternativas que es posible que funcionaran con nosotros, pero no con los adolescentes. Regala preservativos a los adolescentes y verás lo que pasa (ya lo hemos visto).

Podemos concluir: "cuánto dinero desperdiciado..." Yo no quiero que se pierda más dinero. Por favor, dejad la educación sexual a cargo de los padres, en la familia. Hay necesidades mucho más urgentes, con resultados más satisfactorios, que aumentan la calidad de vida de los ciudadanos. Uno de ellos es la prolongación de la lactancia materna. Con 16 semanas de baja maternal es evidente que mantener una lactancia materna exclusiva durante 6 meses se hace muy difícil. Pero seguro que hay muchas más creativas y mejores. Estoy convencido de que hay personas competentes en gestión clínica dentro de la Comunidad de Madrid y lamento que sigamos queriendo desperdiciar el dinero. Tal vez pensemos que no le hemos intentado con suficiente fuerza. Si disparas más fuerte, pero en la dirección equivocada, el objetivo quedará cada vez más alejado.

martes, junio 20, 2017

Menos ir a urgencias y más vida saludable

Tiene relación con la entrada anterior. Hoy escribe Jordi Varela en el blog de gestión clínica lo siguiente:
La lección aprendida es que, al margen de nuestro nivel de ingresos, si queremos vivir más y mejor, hay que concentrarse en comer de la manera más saludable posible (y cuanto menos, mejor), evitar los hábitos tóxicos, hacer ejercicio de una manera razonable pero cada día, afrontar las preocupaciones de la manera más positiva de la que seamos capaces y dormir lo mejor que podamos. ¿Y el diagnóstico precoz? Si estamos interesados/as en él, no ahorremos esfuerzos en buscar datos fiables de sus beneficios y de sus efectos adversos. No olvidemos nunca que ni la sanidad es un bien de consumo ni nuestros cuerpos son coches.


Jordi Varela 
Es otro plagio, y va en la misma línea. Cada vez más niños visitan los servicios de urgencias por nimiedades, y eso solo puede traer consecuencias negativas sobre la salud. Ojalá esos padres pongan el mismo empeño en aliviar sus miedos en llevar una vida saludable.

lunes, junio 19, 2017

Plagio

Sí, lo reconozco, voy a plagiar un artículo. El otro día leía en un blog (no recuerdo ahora cuál) que había otro bloguero que le plagiaba sus artículos. Estaba indignada la bloguera (y con razón) aunque en el fondo creo que es una buena razón para sentirse orgulloso.
Hoy nos ha dejado la directora de nuestro centro una fotocopia de un artículo que se ha publicado en El País. Se titula Las siete u ocho condiciones personales para una larga vida. Y aunque sea un periódico muy leído, por si queda alguien que no se ha enterado y quiere llegar a viejo yo se las voy a copiar: consumir alcohol de forma moderada (esto queda un pelín a la interpretación del consumidor), no fumar, tener pareja estable, hacer ejercicio físico, mantener un peso adecuado, alcanzar un buen nivel de estudios y tener una actitud positiva ante los problemas.
Por lo visto esto predice una buena vejez a partir de los 70 años. Aunque como dice el autor del artículo queda una no menos importante: que el azar nos sea favorable.

jueves, abril 27, 2017

Satisfacciones y derrotas

Al hijo de una amiga le han pedido en el instituto que hable con un pediatra para conocer las satisfacciones y derrotas de esta carrera. Y mi amiga no sé le ha ocurrido otra cosa que preguntame a mí. Así que he pensado que es una buena escusa para volver a escribir.
A mis cuarenta y tantos, tengo algo de perspectiva sobre mi profesión como médico. Si empecé la residencia con 24 y espero trabajar hasta los 65 estoy cerca de la mitad de mi trayectoria profesional. No sé si esto es como una montaña, en la que a mitad de camino empieza el descenso. Sí sé que en esta profesión se atraviesan distintas fases, que incluyen satisfacciones y derrotas. Tal vez no en esta profesión, sino en todas. T
Cuando consigues entrar en la universidad a estudiar Medicina eres el hombre más feliz del mundo. Todavía recuerdo aquel día del examen de selectividad: cuántos nervios. Recuerdo que al terminar los exámenes entré en una iglesia (a cada uno le da por donde le da) y leí en letras grandes: "venid a mí los que estéis cansados y agobiados, y yo os aliviaré". Y pensé: estas palabras fueron dichas hace casi dos mil años por el momento que me yo atravesaba entonces. Así que supongo que sufrí. Pero como suele ocurrir en la vida el esfuerzo tiene recompensa. Mi media en aquél entonces fue de 7.1, lo que me permitió entrar en la Universidad Complutense. Eso me decepcionó. Yo quería ir a la Autónoma, porque ahí es donde van los listos y los mejores. Para entrar en la autónoma pedían un 7.3 (igual me baila alguna cifra). En vez de aceptar que tal vez yo no estaba entre los listos y los mejores hice un recurso al rector, con la ayuda de mi padre. Y cuando ya llevaba un mes de curso me contestaron diciendo que me habían aceptado. Pero para ese momento yo ya tenía algunos amigos y no me apetecía cambiar. Así que rechacé la oferta. Ese rechazo condicionó para siempre mi vida. Porque en la Complutense conocí a la que ahora es mi mujer. Tal vez en la Autónoma podría haber conocido a otra, pero imposible que mejor.
Perdón, que me voy por las ramas.
El primer año de Medicina fue duro. No había quien tomara apuntes. Y yo no estaba acostumbrado a tomar apuntes. Empezaron los primeros parciales. El primero el de bioquímica. Pasados unos días hablé con mi amigo Javi por teléfono. Me dijo que ya habían salido las notas, y había sacado un 2,3. Yo, como ante las malas noticias, entre en esa primera fase, la de negación. Era imposible. Yo siempre había sacado en todo sobresaliente. Era imposible asociar mi nombre a un 2,3. Seguro que se había equivocado de línea al mirar. Así que fui a verlo en persona, y cuál fue mi sorpresa cuando leí: Gonzalo Ares Mateos.................................2,3.
Bueno. No pasa nada. Siempre tuve espíritu de superación. Entonces después del suspenso de Bioquímica llegó el de Anatomía, después el de Biología, y solo aprobé dos asignaturas: Bioestadística y Biofísica. Es fácil sacar la conclusión: las asignaturas que aprobé son las que menos tenían que ver con la Medicina. Recuerdo a mi padre preocupado. Yo entonces estaba liado en varias actividades como monitor y hacía salidas con chavales los fines de semana. Pero no me había desmadrado. Estudiaba mucho más que en toda mi vida, pero con los peores resultados que jamás había obtenido.
Reconozco que me desanimé y pensé que aquéllo no era lo mío. Y fíjate que me gustaba la Medicina.
Con ayuda de mi familia y amigos no tiré la toalla. Al final aprobé todo el curso en junio, menos Biología, que también me quedó en septiembre.
Retomé la ilusión en tercero, ya que era el año en el que empezaban las prácticas con pacientes. En primero eran otro tipo de prácticas. Las clásicas con cadáveres, que tienen mucho morbo pero que no me apasionaban tanto.
En las prácticas había de todo. Pero fundamentalmente indiferencia y poco caso. Muchas veces acababa en la urgencia, porque es donde mejor me acogían algunos residentes, de los que aprendí, fundamentalmente una actitud.
Porque mi impresión es que medicina, lo que es medicina, aprendí muy poco durante la carrera. Quiero pensar que puse pilares importantes para el conocimiento posterior...
Por fin llegó el gran día y tras aprobar sexto me licencié en Medicina. El papeleo para el título, la colegiación, y a estudiar el MIR.
El MIR es una oposición que consiste en estudiar 8 horas al día durante un año. No parece así de primeras muy apasionante, pero no lo recuerdo con terror. Iba a una academia, mantenía el contacto con los amigos. Tuve muy buenos profesores en la academia (mucho mejores que los que había conocido, como regla general, durante la carrera). Llegó otro de los días clave: el examen MIR. Recuerdo que fue a primera hora de la tarde, una muy mala hora para los que somos "siestodependientes".
Después del examen la puntuación, después el número en el que había quedado (1011). No soy muy bueno para recordar fechas, pero este número no se me olvidará en la vida.
Y otro gran día: el de la elección de plaza.
Hoy he coincidido con Adrián, un estudiante de medicina al que di clase hace tres años. Venía radiante porque había conseguido elegir su sueño: empezar Urología en el Gregorio Marañón.
El día de la elección pasé más nervios que en el examen MIR: ¿Y si no me da con mi puesto? ¿Y si no puedo ser pediatra...?
Pero llegó mi turno, y pude. Una vez más era el hombre más feliz del mundo. Otro sueño cumplido.
Comenzaron los apasionantes años de la residencia donde empiezas a aprender verdaderamente medicina. Aprendes mucho, estudias mucho. A medida que aprendes empiezas a crecerte. Crees que sabes algo, incluso bastante. Es un momento algo peligroso para el médico, porque está como en la adolescencia de la medicina, se cree infalible e inmortal. Entonces llegan algunos errores, algunos diagnósticos equivocados, algún enfrentamiento con algún padre, algún adjunto que te reprocha un error, que a ti nunca te pareció tan grande. Y con la residencia llegan las guardias, y con las guardias el cansancio, Parece difícil recuperarse, y cuando ya levantas la cabeza llega otra guardia, y otra...
La especialidad de pediatría dura cuatro años, y el último lo dediqué a especializarme en  neonatología, porque descubrí que ahí estaba mi pasión.
Esta vez no hay que superar ningún examen. Terminan los cuatro años y, salvo que hayas hecho alguna pifia muy grande, consigues el título de "Médico Especialista en Pediatría y Áreas Específicas". Es otra gran satisfacción.
Y entonces te lanzas al escalofriante mundo laboral, donde ya estás más solo y pesa más la responsabilidad.
En este blog se puede leer algo del periplo. Está cargado de satisfacciones y derrotas. Quizá predominen las últimas por mi espíritu de "pesimista contrariado" y por la tendencia en el ser humano de ver más fácilmente lo malo.
Quizá mi amiga no me había pedido que le contara todo este rollo, Quizá quería algo más resumido. Pienso que soy capaz... Como si fuera una entrevista...
Gonzalo, ¿cuáles han sido tus derrotas?
- Mis derrotas han sido no saber comprender muchas veces a las madres, juzgarlas equivocadamente, haber hablado mal de un compañero, decir a una madre que no se preocupe y más tarde conocer que su hijo tiene una enfermedad importante, intentar reanimar a un niño y no conseguirlo... Otras derrotas las he logrado después, al tener cierta responsabilidad sobre los demás (sin pretenderlo soy jefe asociado de mi servicio en el momento actual). Y esas derrotas también duelen: no haber conseguido motivar a un compañero, no haberle escuchado como se merece, no luchar más por mi gente...
- ¿Y tus satisfacciones?
Mi satisfacción es saber que cada día ayudo a muchos padres y niños, en general en cosas de poca importancia, porque el médico, muchas veces, es un mero espectador del trascurso de la enfermedad, ya que la naturaleza se encarga de remediar, a menudo, lo que se ha vuelto por un tiempo patológico. Otra satisfacción es dar clase a mis alumnos y pensar que algo pueden aprender de ti. Y con mis compañeros saber que en algún momento tus palabras o ejemplo le ayudaron, que fuiste capaz de sacar una sonrisa a aquél que estaba desanimado, o que sencillamente fuiste al trabajo con alegría e ilusión ya después de unos años.
- ¿Y ha sido más la satisfacción o la derrota?
Mucho más la satisfacción. Lejos del burnout que presentan algunos médicos voy todos los días al trabajo con la aspiración de dar lo mejor de mí. Unos días con mayor ilusión que otros, pero todos con un poso global de alegría. Es la alegría consecuencia  de saber que, a pesar de tus limitaciones, estás dedicando tu vida a ayudar a los demás.

martes, febrero 14, 2017

¿Es ética la eutanasia?

Estoy haciendo un curso de ética a cargo del profesor Diego Gracia. Es un hombre sabio, que ha hecho mucho por la ética en nuestro país, pero que personalmente me ha decepcionado.
Desde hace mucho conozco la dificultad de coincidir en disciplinas que no son matemáticas. Es más o menos fácil convencer a otro de que dos más dos son cuatro (de hecho, raramente es necesario convencerlo de tal perogrullada). No es tan fácil hacerle ver que la verdad existe. La ética es una rama de la filosofía. Es por eso que dos grandes sabios en ética pueden darte opiniones opuestas sobre qué es lo correcto.
Y a mí que no vengan con milongas: los dos no pueden tener razón. Al menos eso es parte básica de mi filosofía. Cuando hablo de mi filosofía doy por hecho que puede haber varias filosofías. Y eso es cierto, lo que no me parece verdad es que todas puedan estar en la verdad.
Un planteamiento peligroso que emplea con frecuencia Diego Gracia es que en el término medio está la virtud. Y esto es probablemente cierto (se me antoja difícil encontrar el término medio en parámetros que no son matemáticos). Pero se puede emplear equivocadamente. Por poner un ejemplo: si un médico opina que hay que operar a un paciente con un pronóstico infausto, y otro opina que es mejor no operarlo no creo que lo correcto sea dejarlo anestesiado, con las tripas abiertas y dejar la cirugía a la mitad.
Hay verdades absolutas que no permiten término medio. No es ético matar a una persona. Pero si alguien plantea si acaso será ético matar a seis personas, la respuesta no se encuentra en que lo correcto será matar a tres.
La eutanasia no es ética. Por mucho que me quieran contar grandes sabios. Siempre pienso que en esto tienen mucha más razón los niños. Ellos conocen la verdad del sentido común que cábalas ficticias no han logrado disipar, todavía. Ellos aman la vida. Y opinan que matar a un enfermo, aunque me lo pida, no es ético.
Pero nosotros queremos justificar conductas no éticas con argumentos que atentan al sentido común porque en ocasiones somos cobardes. Y porque otras veces la realidad es, efectivamente, muy dura.


martes, enero 03, 2017

Feliz 2017

Todo blog que se precie debe tener una entrada en torno a la Navidad, para decir que todavía sigue vivo, para desear felicidad a los lectores, para empezar a llevar a cabo los propósitos del nuevo año... Ya lo he comentado hace mucho, creo: soy de los que hacen propósitos de año nuevo. Algunos los consigo otros no. Tal vez algunos de los que me fijé eran equivocados, y por eso fueron desvaneciéndose en el intento. Este año empiezo mal. Porque ya estamos a 3 de enero y todavía ni siquiera me los he fijado. Alguno de los objetivos que conseguí en 2016 me lo había propuesto, como el de realizar un curso de dibujo. Otros aparecieron sin haberlo premeditado, como el de comenzar un podcast, y otros los comencé pero no llegué a perpetrarlos, como el de leer un libro de liderazgo.
A cambio leí otro interesante libro.
Ya no me hago el propósito de escribir en el blog. Porque veo que en la realidad apenas tengo tiempo (o motivación).
Eso sí, tal vez en la próxima entrada compartiré (si los hago) mis propósitos de año nuevo, aunque solo sea para meterme presión.
Ah, y casi se me olvidaba: feliz Año Nuevo.
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