viernes, enero 28, 2011

Lactancia materna ¿un negocio?

Ayer estuve en la comisión de lactancia materna de mi hospital, de la que soy el presidente por razones tangenciales (ya que la auténtica presidente se encuentra actualmente disfrutando de su maternidad).
Alguien comentó que para hacerse consejero de lactancia es necesario presentarse a un examen que cuesta 500 euros.
He intentado investigar sobre la verdad de esta afirmación, pero como no he encontrado nada, agradecería si alguien me confirma o niega dicha frase, y me aclara sus matices. Porque supongamos por un momento que es verdad. Que cuesta 500 euros presentarse a un examen.
Entonces empezaría a sospechar conspicuamente de los promotores fanáticos de la lactancia.
Supongo que estoy condicionado por la realidad que percibo. En mi familia dieciséis sobrinos (de momento) se han criado con lactancia materna, sin necesidad de recurrir a consejeros, que yo sepa. Antes de la existencia de las leches artificiales ¿morían los niños a borbotones porque no se les podía alimentar? Pero tal vez los tiempos estén cambiando y sean necesarios remedios que golpean al sentido común.
Con la lactancia materna me ocurre como con la violencia doméstica. Muchas veces cuando veo esos anuncios en la televisión o en las marquesinas de las paradas de autobús me pregunto si existirá una sola persona que haya dejado de pegar a su mujer por ver ese anuncio. En mis padres no he visto más que dos personas que están "loquitos por sus huesitos", el uno del otro. Supongo que eso es lo que ha colaborado en que yo cada día no busque otra cosa que "hacer un poco más feliz a mi mujer", aunque con resultados variables...
Ahora que sabemos más que nunca los grandes beneficios de la lactancia materna tenemos que luchar por ella, y con resultados desalentadores. Tal vez pasarán los años y volveremos a ella. Y es que el poder de los medios para incitarnos a hacer cosas fáciles es tremendo. Creo que uno de los grandes problemas ha sido la industria con la promoción de sus leches (pero no puedo culparla porque están en su derecho). Y otro de los grandes problemas que veo a diario -y que no se me enfaden- son las abuelas. Casi todas insisten en que su hija no tiene suficiente leche. Yo no sé qué esperan a los dos días del nacimiento de su nieto, ¿cántaros de leche?
Hay poca lactancia materna porque falta sentido común, hay exceso de comodidad, cierta dosis de desconocimiento, los pediatras metemos la pata con algunos comentarios; pero en muy pequeña proporción porque faltan consejeros de lactancia.
Pero de esto a que haya que gastarse 500 euros en un examen va un mundo. Si alguien me puede explicar por qué es necesaria tal ingente cantidad de dinero para presentarse a un examen, que me lo explique.

domingo, enero 02, 2011

Empiezo el año trabajando

Cuando esta mañana me dirigía en coche a hacer mi primera guardia del año pensaba que era un hombre afortunado. Y es que en los tiempos que corren trabajar empieza a ser un lujo.
Pues bien, de eso han pasado diecisiete horas. Y no diré que he cambiado de opinión, pero reconozco que estoy agotado. Ni siquiera con muchas fuerzas para escribir en el blog; pero de alguna forma es un parón que hago después de diecisiete horas continuas de trabajo (y lo que me queda, pero ahora mismo no hay ningún paciente pendiente de ver). Paré durante 30 minutos a comer y 20 minutos a cenar.
En esta primera guardia han ocurrido varias cosas: dos personas me han llamado "macho" y otra "tío". No sé si se debe a la alegría propia de estos días, a la resaca, o a que yo tenía hoy una aspecto especialmente jovial (no lo creo). No lo decían con mala intención: es una forma de hablar, supongo.
Un padre me ha dicho (antes de empezar a ver a su hijo) que no se iba a ir del hospital con el niño como estaba. Que si era necesario llamaba a la policía. Hoy no era día de discutir (hemos visto niños a destajo): ha ingresado.
Hace una hora no he podido aguantar la risa cuando he visto el motivo de consulta de otro paciente: diez días sin hacer deposición. Que me perdone (supongo que sería el cansancio), pero me ha hecho gracia intentar entrever qué le ha hecho después de 10 días acudir a urgencias a las dos de la mañana el día de Año Nuevo (ahora bien, la niña puede escribir en su blog que ha empezado el año cagando, porque madre mía).
Pero lo peor ha sido que le he dado dos besos al limpiador al felicitarle el año. Ha sido un acto involuntario: lo prometo (en mi cabeza sólo tengo dosis de dalsy). Pero el tío (ya me están contagiando este argot mis pacientes) ni se ha inmutado. Reconozco que no soy "muy de besos". De hombre a hombre me gustan más los abrazos, los apretones fuertes de mano y si es preciso los insultos (dicen que es un claro síntoma de amistad).
Y cómo no, aprovecho para felicitaros el nuevo año a todos. Aunque a mí sólo el primer día me ha dejado derrengado. A ver qué más nos espera.
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