viernes, marzo 23, 2007

Hoy no quiero discutir

Como dice Enrique Urquijo: hoy no quiero discutir...
Espero que os guste la versión. Es una canción que me encanta, sobre todo desde que se la escuché en un concierto.
Una vez fui telonero de Enrique Urquijo (o algo así), ya os contaré...
Buen fin de semana a todos


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lunes, marzo 19, 2007

Rematando la faena

No quería que os quedarais sin saber el desenlace: hoy tenía cita con el niño de la faringitis bacteriana. Ha venido sólo la madre. Es duro, pero textualmente me ha dicho: "perdone que le diga, pero a usted esto de la medicina le viene grande". Y no le falta razón. ¿Tú que harías en situaciones como ésta?

Ahí va la primera

Acaban de entregarme mi primera reclamación en el Centro de Salud en el que apenas hace un mes empecé. Y he querido compartirla con vosotros. No es especialmente llamativa, pero refleja algo a lo que tendréis que enfrentaros los que queréis ejercer esta profesión. Os la copio textualmente:
"Vine con mi hijo al pediatra de por la tarde el Dr. X. tenia mi hijo fiebre, me dijo que era un virus y que simplemente era dalsy; al decirle yo que el virus vendria por algo se levanto y examinó la garganta y los oidos, pero la cabeza en ningun momento se la miró ni se la movio y me comentó que en españa esta clinicamente demostrado que no hay que dar ningun antibiotico: horas mas tarde tuve que ir a urgencias con el niño y le dieron otro dianostico, aqui le adjunto el informe" (he respetado faltas de ortografía)
Del informe que adjunta (del día siguiente a cuando yo le vi) sólo os copio el diagnóstico: faringoamigdalitis bacteriana.
Me han pedido alegaciones (siempre lo hacen cuando nos ponen una reclamación). Y yo voy a alegar en mi blog varias cosas:
- Exploré al niño tras la anamesis inicial, sin que la madre tuviera que pedírmelo.
- Como queda reflejado en la historia clínica que escribí ese día, el niño no tenía rigidez de nuca, y es difícil saberlo sin tocarle la cabeza.
- ¿En España no hay que dar ningún antibiótico? Pues si yo tenía esta información hace tres días ahora me llama la atención, ya que sinceramente pienso que el descubrimiento de los antibióticos es uno de los mayores avances de la medicina, y que gracias a ellos se han salvado muchas vidas (también en España). No sé en qué artículo lo miraría, pero en fin, si está clínicamente demostrado que en España no hay que dar ningún antibiótico me llama ahora poderosamente la atención, me lo tendré que repasar...
- Por supuesto que el diagnóstico del médico que vio al niño al día siguiente (médico no pediatra) era mucho más llamativo que el mío (yo lo catalogué sencillamente de fiebre sin focalidad aparente). Creo que arriesgó al decir faringoamigdalitis bacteriana sin haber realizado ninguna prueba, aunque es posible que esté en lo cierto.
Todo me pasa por intentar explicar a la madre que el silogismo: fiebre = infección = antibiótico, no es cierto. Y cualquiera intenta convencerla ahora de lo contrario...
Si este blog lo leen médicos supongo que me comprenderán, si lo leen padres tal vez no entiendan nada: lo siento.

jueves, marzo 15, 2007

Estoy hecho un investigador

Después de tres años en los que había dejado mi doctorado en el olvido, hoy me he presentado ante el Tribunal, para convalidar mi periodo de residencia por el trabajo de investigación.
Tras una llegada estresante (apenas cinco minutos antes del acontecimiento y con la vejiga urinaria "a rebosar") he aparcado junto a un parque. Tal era entonces mi necesidad, y tan cercano el árbol, que ni corto ni perezoso me he desahogado allí mismo. Mi mayor temor, aunque improbable, era que pasara por allí, rezagado, algún miembro del Tribunal y me viera en tan lamentable escena, lo cual no ha ocurrido.
Ya una vez allí me ha tocado exponer el primero. Tenía diez minutos para resumir alguno de mis trabajos realizados durante la residencia. Yo había escogido los que me parecían más interesantes: en total cuatro. Reconozco que me lo había preparado bien, pues estas dos últimas semanas he estado con la consulta tranquila, y he tenido tiempo para dejarlo muy apañadito. Pues bien: después de terminar la exposición el primer miembro del Tribunal me dice: con esto que ha presentado usted, no demuestra sus capacidades investigadoras. Ya os podéis imaginar: yo con cara de póquer, en parte pensando: "si usted conociera realmente mis capacidades investigadoras entonces sí que se iba a deprimir", he aguantado el chaparrón lo más estoicamente posible y he esbozado una especie de sonrisa compungida al final. El segundo miembro del Tribunal ha sido más benévolo, y el tercero se ha limitado a preguntarme: ¿piensa usted hacer el doctorado? Yo, tras un corto silencio, ante la curiosa pregunta, he contestado tímidamente (sin terminar de creérmelo ni yo): sí. Y no me ha preguntado nada más. Ante estas preguntas siempre te cabe la duda: ¿le habré sorprendido por brillante o por tonto? Ya me pasó la primera vez que me examiné del carné de conducir. A los dos minutos me dijo el examinador: ya puede aparcar. Entonces creí que me había visto tan suelto con el volante que no necesitaba ver más para aprobarme (por supuesto me había saltado un ceda al paso sin darme cuenta...)
En fin, para mis otros tres compañeros que exponían todo han sido alabanzas y parabienes, con lo que se me ha quedado un poco la cara del tonto del grupo...
Cuando se lo he contado a mi mujer, lejos de consolarme, se ha empezado a reír a carcajadas, y yo con ella. Prefiero tomármelo así: cosas realmente importantes hay muy pocas.
Pero no os vayáis vosotros a reír también de mí, porque aunque no os lo creais me han aprobado, así que el esfuerzo ha merecido la pena: estoy hecho un investigador...

jueves, marzo 08, 2007

Tal como eres

Buscando una canción de Nena Daconte he llegado a este vídeo (cosas de la vida). Me ha encantado. No tiene desperdicio, como tampoco lo tienen los más de 500 comentarios escritos. Por eso, a parte del vídeo te recomiendo que pinches aquí para poder leer los comentarios.

viernes, marzo 02, 2007

Desorientado

El otro día estuve de guardia. A las dos de la madrugada me fui a acostar, porque por si alguien no lo sabe hay médicos que sí que duermen en las guardias. Bueno, en realidad casi todos los médicos duermen algo en las guardias. Yo diría que hay dos grupos: los médicos de privadas y residentes (que muy probablemente duermen más bien poquito y a veces nada) y los médicos adjuntos de la sanidad pública (entre los que me encuentro) que suelen dormir más, y en general bastante más (siempre y cuando tengan residentes, claro).
Pues bien, el otro día me las prometía felices, estaba con una residente de segundo año (lo que comúnmente se denomina una R2) muy espabilada. Así que cuando la urgencia se quedó tranquila me fui a la piltra. Estaba tan confiado en que esa noche dormiría del tirón, que antes de dormirme, para relajarme, me puse una cancioncita de Tommy Emmanuel (un guitarrista que he descubierto hace poco y que me tiene impactado), me puse el despertador, y felices sueños...
En mis felices sueños, no sé por qué diantres, estaba de guardia en un hospital privado, y era mi primer día. Y andaba como un pardillo de aquí para allá.
Y estando yo profundamente sumergido en este sueño, a las cuatro y media suena el busca. Según supe después, tardé un rato en responder. Os podéis imaginar: yo, dentro del sueño, de guardia en un hospital nuevo, y un busca suena en la vida real. Comprenderéis que en estos casos lo que separa la realidad de la ensoñación es apenas perceptible.
¿Sí? Pregunto. Oye, que va a nacer un veintiocho semanas (así llamamos, para abreviar, a los recién nacidos prematuros de veintiocho semanas de gestación).
Son esas situaciones en las que la adrenalina se dispara. Bastante era que tenía que ir a la cesárea de un gran prematuro, pero lo más duro era que jugaba fuera de casa, no conocía dónde estaban los quirófanos, hacia dónde tenía que ir... Así que le pregunto a la residente: ¿pero dónde es? Y me dice: pues en el quirófano. Ya, digo yo, pero ¿cómo se va? Y no os lo vais a creer pero me lo empezó a explicar (por supuesto he ido a ese quirófano más de cincuenta veces). Hasta que ya le pregunto: pero, ¿en qué hospital estamos? Acabásemos, no os lo vais a creer, pero la residente no pudo más: venga, Gonzalo, estás de coña ¿no? Pero yo insistí: ¿en qué hospital estamos? Así que ella no tuvo más remedio que contestar. En ese preciso instante desperté. Sí, ya sé que estaba despierto, pero fue entonces cuando realmente desperté. No os podéis imaginar el alivio que sentí, y lo cómico de la situación de la que pasados los acontecimientos nos estuvimos riendo un buen rato.
Lo demás no sé si merece la pena contarlo. Son momentos emocionantes, y algo estresantes. Esperamos de pie en la cuna térmica, comprobando que todo el material esté dispuesto. Por fin nos sacan al bebé (una niña). Envuelto en un paño verde la matrona nos trae un recién nacido de 750 gramos (más pequeño de lo que esperábamos). Es una criatura pequeña, frágil, tierna, con las manos y piernas todavía encogidos, en posición fetal (nunca mejor dicho), con color azulado y sin ningún signo externo de vitalidad. Tras estimularla brevemente vemos que el recién nacido no responde, la frecuencia cardiaca cada vez es más lenta: iniciamos la reanimación. Poco a poco comprobamos que los latidos cardiacos van aumentando, mejora el color, aumenta la saturación de oxígeno... Respiramos (también nosotros). La reanimación fue todo un éxito. Gracias a una residente de segundo año, si las cosas no se tuercen, a esta niña le espera una larga y esperemos que feliz vida por delante. Y los padres estarán siempre muy agradecidos, aunque tal vez nunca sepan que fue esta residente quien salvó la vida de su hija.
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