Como cada dos años acudí a la revisión del coche sano. Es una revisión por la que te cobran un dinerillo para decirte que el coche está bien, o no.
Aprendí varias cosas. Una es que la gente puede esperar tres horas y media para que le revisen el coche y luego no decir ni pío.
Y lo digo porque ¡ay de mí! o ¡hay de mí! (que no lo sé) si tengo a la gente tres horas y media esperando para que vea a su hijo.
Pero yo no vi ni siquiera una mala cara entre los conductores que esperábamos. Quiero pensar que es porque consideran que el coche es menos importante que el hijo.
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