Tras una anamnesis detallada y una cuidadosa exploración aquel dolor abdominal con fiebre asociada me parecía todo menos una apendicitis. Así se lo conté a los padres, pero no estaban satisfechos. Una conocida de ellos empezó igual que su hija y se murió de una peritonitis en unas horas.
Yo ante casos como éste no me empeño en tener la razón, sino que explico a los padres lo que me parece razonable y lo que no. Así que acordamos realizar una ecografía abdominal. Como ésta tampoco nos sacó de dudas decidí realizar un análisis de sangre (la ausencia de leucocitosis haría poco probable una apendicitis).
Y hasta ahí llegamos. La enfermera intentó hacer el análisis, y apenas había contactado la aguja con el antebrazo de la niña el padre se enfureció, empezó a gritar como un energúmeno, dijo que ya sabía que pagaría la novatada, que la enfermera no estaba metiendo la aguja en la dirección correcta, amenazó con pegar un puñetazo a la enfermera, y dijo que para eso se iba a otro hospital. Yo entonces aproveché la coyuntura y le invité a irse, efectivamente, a otro hospital. En estos casos ganas no te faltan de mandarlo a otro sitio. Le hice firmar el alta voluntaria y se fue, dejándonos el mal sabor de boca que queda cuando ves a un ser humano cometer un acto malo.
El siguiente paciente era un niño de apenas un mes. Los padres jóvenes, educados. Traían al niño porque le veían amarillo. Se leía en sus ojos que sabían que por eso no deberían ir a urgencias; pero en un momento dado se habían agobiado. Así me lo explicaron ellos mismos. Tras la anamnesis (poco sugerente de ninguna patología grave) decidí pedir una bilirrubina total y directa. La enfermera realizó el análisis sin incidencias. Todo indicaba que se trataba de una ictericia por lactancia materna o síndrome de Arias. Así se lo conté y se fueron: tranquilos y agradecidos.
Pensad vosotros quién durmió bien aquella noche. Lástima que alguien durmió mal, sin merecerlo.
4 comentarios:
Que impresentables los padres de la niña que se atreven a poner en tela de juicio tu trabajo y el de la enfermera ....y encima con amenazas . Intolerable!!
No es un consuelo pensar que todos los que nos dedicamos a esto estemos condenados a pasar por situaciones semejantes prácticamente a diario. De todos modos, por esa noche y gracias a una "niña amarilla" fuiste alguien muy importante y tranquilizador para una famila. A veces el hacer cosas "pequeñas" nos pueden dar la satisfacción y el ánimo para seguir adelante.
Doble trabajo que tiene, pillarse el cabreo y luego descabrearse...
Además del sentimiento de culpabilidad por haber echado por tierra la oportunidad de que alguien le eche un cable y le explique la situación...
Allá ellos.
hola me han encantado tus blogs, te he añadido al mío que está en construcción, de momento es un experimento, estoy todavía aprendiendo a manejarlo, empiezo ahora la residencia y creo que tus experiencias me van a ayudar mucho, un saludo
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