Leía estos días el blog de mi hermano y quería añadir algo.
Yo también he hecho esa reflexión de la inutilidad de tantas horas en la escuela para luego olvidar todo. Siempre he justificado ese tiempo, pensando que en el fondo de lo que se trata es de que se desarrolle nuestro cerebro. Pero mi hermano me ha aclarado que hay muchos otros efectos colaterales benignos (disciplina, compañerismo...)
Muchas veces hay que leer mucho sobre una enfermedad para luego captar dos o tres ideas, que son las que usaremosen el día a día, para el manejo práctico ; pero es probable que si solo leyeramos esas dos o tres ideas no captaríamos nada. Algo parecido ocurre en la escuela. Para encontrar unos pocos profesores que hagan mella en nuestra educación, hay que tener muchos.
¿Es más importante la salud o la educación? Para mí, sin lugar a dudas, la educación.
También me llama la atención lo mucho que nos quejamos del mal comportamiento de "los niños de ahora" (generalmente de los niños de los demás). Pero habrá que ver qué hacemos nosotros por la educación de nuestros hijos. No soy partidario de que haya que ser un teórico, pero si no dedicamos tiempo real a leer o asistir a cursos sobre educación creo que es muy difícil que llevemos bien el timón en los tiempos que corren. Recientemente he encontrado esta web y lo poco que he leído me ha parecido de gran ayuda.,
Comparto la idea de que los principales educadores de los hijos somos los padres, pero a la vez soy consciente de dónde pasan nuestros hijos gran parte del día, y de lo importante que es para ellos que estén en manos de buenos profesionales.
Y como casi todo en esta vida: lo bueno cuesta. Si Esperanza pretende hacerme creer que con tres mil profesores menos no se va a afectar la calidad de la enseñanza: va lista. Preferiría un discurso más sincero, por ejemplo: "estamos en crisis, no hay dinero, vamos a recortar, y hemos decidido -equivocadamente- recortar en el profesorado".
También me ha gustado mucho un vídeo al que he llegado por carambola, y en el que creo reconocer a su autor. Habla de las faltas de ortografía de Esperanza Aguirre. ¡Qué fuerte!
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