"Como se muera la mato".
Ojalá fuera parte del guión de un capítulo de Hospital Central, pero ocurrió en mi centro de salud hace unos días. La enfermera todavía no consigue quitarse esas palabras, que resuenan amenazantes en sus oídos: "como se muera la mato". Era por una señora de unos sesenta años que traían inconsciente, con bradicardia extrema y cianosis generalizada. Se iniciaron de forma inmediata las maniobras de reanimación, y mientras transcurrían éstas un familiar no dejaba de repetir la frase maldita.
La enfermera, con los ojos brillantes, nos contaba después lo ocurrido. Y nos transmitía su malestar. Nos contó que sólo deseaba que la mujer saliera viva del centro de salud.
En cuanto llegó la UVI móvil trasladaron a la paciente al hospital. Hubo suerte: salió con vida. La enfermera pudo respirar: "a mí ya no me matan", pensó.
Es triste, pero una vez más es la resistencia del ser humano a aceptar el destino. A veces un destino tan cruel como puede ser la muerte. No sé si piensan que el médico es Dios.
Siempre uno tiende a disculpar a las personas, porque a saber qué haríamos o diríamos nosotros en una situación así; pero a ratos creo que tal vez estas reacciones sean fruto de que dedicamos poco tiempo a pensar en la muerte, en el dolor, en el sufrimiento. No creo que deba ser una obsesión, pero sí deberíamos reflexionar más sobre ello. Tal vez así aceptaríamos mejor los varapalos de la vida, o al menos seríamos capaces, en situaciones como ésta, de callarnos y observar, y dejar a las enfermeras y médicos hacer su trabajo.
3 comentarios:
El ser humano no acepta el destino pero además descarga toda su responsabilidad,obligación y cuidados de sus seres queridos con los médicos para así no sentirse culpables.
¿Es posible resumir tan bien en tan pocas palabras?, incluyendo a ximo. La muerte ha pasado de ser una parte más de la vida a ser algo inaceptado. La esperanza de vida se ha prolongado, ¿gracias a quién? a todos los que integran un sistema de salud, médicos incluidos.
Pero no nos quedemos en que el pueblo ya no acepta algo natural. Lo triste es que en nuestro empeño diario por evitar que ocurra, nuestra integridad física y económica (no olvidemos las denuncias) están en peligro.
Sin embargo me niego a colgar la bata. Aún son muchos más los que se deshacen en agradecimientos y lágrimas cuando el destino se lleva lo que más querían que los que resuelven sus penas con violencia, o peor aún, llenándose los bolsillos. A estos últimos, especialmente, les deseo la peor de las defunciones, sin amigos, sin dignidad y sin dinero.
Lo primero que hago en esas circunstancias es decirle a los administrativos que saquen a los familiares para poder atender al paciente agónico,escuchar esos cánticos no hace mas que des concentrarme.
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