Una de las tareas del neonatólogo es explorar a todos los recién nacidos. En general se les explora en las primeras veinticuatro horas y el día del alta. Ya en alguna ocasión he comentado que algo muy común es que la televisión esté encendida cuando paso visita. También he comentado que yo ya ni me inmuto. He aprendido a explorar a los recién nacidos con ruido de fondo, y no supone ningún problema; pero normalmente paso visita con una enfermera; y suele ser ella quien con una amabilidad que no deja de sorprenderme (todos los días todas las habitaciones tienen la televisión encendida cuando paso) le pide que quite el volumen o sencillamente que apague la tele.
Pues el otro día fue curioso oír dos respuestas similares de madres diferentes: "no, si la tengo por hacerme compañía". Pues que no se me ofendan esas madres, pero para hacerles compañía tienen a su hijo recién nacido. Y estoy seguro de que si se proponen apagar la tele, y contemplar a su hijo, van a tener una satisfacción inmensa, que tal vez nunca puedan volver a tener. Sé que suena un poco radical. Yo soy así. Siempre he sido partidario de que la televisión hay que ponerla para ver algo concreto, no para "que me haga compañía".
Hace tiempo leí de un bloguero (o bloguista, no lo tengo claro) al que le preguntaban cómo se apañaba para sacar tiempo para todo lo que hacía, su sencilla respuesta: no veo nada la tele.
Reconozco que a mí me pasa algo parecido (aunque no saque tantas actividades como el bloguero): no veo casi nada la tele. Esto me hace estar algo desconectado del mundo en el que vivo (la semana pasada supe quién era "Fresita") pero me da mucho tiempo para actividades útiles y otras "no tan útiles", como el poder contemplar a mis hijos, mientras duermen.
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